Nació en la calle Sol, nº 50, el día 27 de septiembre de 1938. Hijo se José García Durán y Soledad Cote Jaén. Eran dos hermanos José y Rufino, pero su madre recogió a una sobrina que se quedó huérfana, María Macho Cote, mayor que Rufino, y a la que él considera como una hermana, de niños, era ella la que lo llevaba al colegio.
Con 6 años empieza a ir al colegio, donde aprendió a leer, escribir y las cuatro reglas básicas de matemáticas. A los doce años abandona la escuela para irse a trabajar al campo, entre en Rancho de los Barriguitas y el Rancho del Médico, dos fincas muy cercanas a Paterna. Por aquellos tiempos no ganaban mucho dinero y no faltaban ni un día al trabajo.
Rufino trabajó en las distintas faenas del campo, allí se juntaba con Manuel de la Vega, "El Chato", y le cantaba a las yeguas mientras trillaba en aquellos veranos al sol. Después de llegar del campo, él se dejaba ver por el Bar de Paco Gallo y de vez en cuando, lo llamaban los 3 o 4 rancheros adinerados, se metían en el reservado y allí no faltaba ni buena comida, ni bebida ni por supuesto el buen cante de Rufino.
Él nunca exigio dinero, pero si le daban algo lo tomaba, siempre con muy buen estilo y sin perder la compostura. Dejó el campo y se fue a la construcción, donde estuvo trabajando durante algun tiempo. Cansado de este trabajo, prueba suerte y monta su bar (donde actualmente se encuentra la autoescuela, justo en frente de su bar) en 1968, y la verdad es que pronto se hace de una clientela fiel, tanto de gente del pueblo como de fuera que venían a degustar el conejo en salsa, las cabrillas, las cachuelas.....
Después de 8 años con el local alquilado, decide comprar lo que hoy es su casa, y construye también su vivienda arriba.
La cocina tiene mucha aceptación por todos los públicos, lástima ue no tenga más espacio para mesas, todo servido con el cariño que Rufino le pone a todo lo que hace, cantaor de los pies a la cabeza, que canta con el corazón en la mano y se parte el pecho con esa voz melódica e inconfundible, saetero que nunca ha faltado en la calle y en los balcones de su pueblo.
Los cantes que más le gustan son la Tona y el Martinete, cuenta con una serie de discos en todos los palos que lo acreditan como un cantaor consagrado. Cuenta con los siguientes premios:
1er Premio en Saeta, Cádiz
1er Premio Malagueña, Línea
1er Premio Peteneras, Paterna
1er Premio en Saeta, Jerez
2º Premio en flamenco-cante jondo, Conil
Es hijo predilecto de Paterna de Rivera, tiene una calle y cuenta con un monumento.
Próximo a cumplir los 73 años, su vida transcurre en su bar con toda normalidad, jubilado, se levanta tempranito para servir los cafe y copas a los trabajadores y luego se deja caer un ratito para levantarse al mediodía.
Su bar recibe visitas de todos los artistas del contorno y de gente que lo aprecian tanto por el cante como por su nobleza y le suelen llevar discos y letras para que él las interprete. Ese bar que se asoma a la carretera como un mirador, en la entrada principal del pueblo, un lugar idóneo donde pasar un buen rato.
Le hubiera gustado estudiar y haber llegado a ser maestro para poder enseñar a los demás, aunque se considera una persona feliz por su profesión, y sabemos que la hostelería es un trabajo sacrificado, el se coge unos días de vacaciones y aprovecha para visitar lugares. Su sueño es poder visitar el Camp Nou.
Desde el grupo de alumnos del curso de Agente de Desarrollo Turistico le damos las gracias a Rufino por habernos atendido tan amablemente, por habernos contado la historia de su vida desde el corazón, no con aires de grandeza, sino con humildad, como queriendo que nosotros aprendamos que lo que tenemos en Paterna, ese flamenco, es un tesoro muy valioso, que ya lo quisieran tener los que vienen a visitarnos y que solo nosotros podemos cuidar de el. GRACIAS.
Con 6 años empieza a ir al colegio, donde aprendió a leer, escribir y las cuatro reglas básicas de matemáticas. A los doce años abandona la escuela para irse a trabajar al campo, entre en Rancho de los Barriguitas y el Rancho del Médico, dos fincas muy cercanas a Paterna. Por aquellos tiempos no ganaban mucho dinero y no faltaban ni un día al trabajo.
Rufino trabajó en las distintas faenas del campo, allí se juntaba con Manuel de la Vega, "El Chato", y le cantaba a las yeguas mientras trillaba en aquellos veranos al sol. Después de llegar del campo, él se dejaba ver por el Bar de Paco Gallo y de vez en cuando, lo llamaban los 3 o 4 rancheros adinerados, se metían en el reservado y allí no faltaba ni buena comida, ni bebida ni por supuesto el buen cante de Rufino.
Él nunca exigio dinero, pero si le daban algo lo tomaba, siempre con muy buen estilo y sin perder la compostura. Dejó el campo y se fue a la construcción, donde estuvo trabajando durante algun tiempo. Cansado de este trabajo, prueba suerte y monta su bar (donde actualmente se encuentra la autoescuela, justo en frente de su bar) en 1968, y la verdad es que pronto se hace de una clientela fiel, tanto de gente del pueblo como de fuera que venían a degustar el conejo en salsa, las cabrillas, las cachuelas.....
Después de 8 años con el local alquilado, decide comprar lo que hoy es su casa, y construye también su vivienda arriba.
La cocina tiene mucha aceptación por todos los públicos, lástima ue no tenga más espacio para mesas, todo servido con el cariño que Rufino le pone a todo lo que hace, cantaor de los pies a la cabeza, que canta con el corazón en la mano y se parte el pecho con esa voz melódica e inconfundible, saetero que nunca ha faltado en la calle y en los balcones de su pueblo.
Los cantes que más le gustan son la Tona y el Martinete, cuenta con una serie de discos en todos los palos que lo acreditan como un cantaor consagrado. Cuenta con los siguientes premios:
1er Premio en Saeta, Cádiz
1er Premio Malagueña, Línea
1er Premio Peteneras, Paterna
1er Premio en Saeta, Jerez
2º Premio en flamenco-cante jondo, Conil
Es hijo predilecto de Paterna de Rivera, tiene una calle y cuenta con un monumento.
Próximo a cumplir los 73 años, su vida transcurre en su bar con toda normalidad, jubilado, se levanta tempranito para servir los cafe y copas a los trabajadores y luego se deja caer un ratito para levantarse al mediodía.
Su bar recibe visitas de todos los artistas del contorno y de gente que lo aprecian tanto por el cante como por su nobleza y le suelen llevar discos y letras para que él las interprete. Ese bar que se asoma a la carretera como un mirador, en la entrada principal del pueblo, un lugar idóneo donde pasar un buen rato.
Le hubiera gustado estudiar y haber llegado a ser maestro para poder enseñar a los demás, aunque se considera una persona feliz por su profesión, y sabemos que la hostelería es un trabajo sacrificado, el se coge unos días de vacaciones y aprovecha para visitar lugares. Su sueño es poder visitar el Camp Nou.
Desde el grupo de alumnos del curso de Agente de Desarrollo Turistico le damos las gracias a Rufino por habernos atendido tan amablemente, por habernos contado la historia de su vida desde el corazón, no con aires de grandeza, sino con humildad, como queriendo que nosotros aprendamos que lo que tenemos en Paterna, ese flamenco, es un tesoro muy valioso, que ya lo quisieran tener los que vienen a visitarnos y que solo nosotros podemos cuidar de el. GRACIAS.
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